viernes, 24 de febrero de 2017

Querido hijo de mi alma (Blanca Brisac Vázquez)


Querido, muy querido hijo de mi alma.
En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser todo lo digno que fueron sus padres. Perdóname, hijo mío, si alguna vez he obrado mal contigo. Olvídalo hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien pesarosa estoy.
Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabes, Quique mío.
Sólo te pido que seas muy bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín. ¿Verdad, hijo, que en mi última hora me lo prometes? Quédate con mi adorada Cuca y sé siempre para ella y mis hermanas un hijo. El día de mañana, vela por ellas cuando sean viejitas. Hazte el deber de velar por ellas cuando seas un hombre. No te digo más. Tu padre y yo vamos a la muerte. No sé si tu padre habrá confesado y comulgado, pues no le veré hasta mi presencia ante el piquete. Yo sí lo he hecho.
Enrique, que no se te borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mí. Te seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de todos. Hijo, hijo, hasta la eternidad. Recibe después de una infinidad de besos el beso eterno de tu madre.

Sus últimas letras (Jerónimo Misa Almazán)

Las últimas letras de Jerónimo Misa fueron estas:

"27-04-40

Queridisimos e inolvidables madre y hermanos:

Por fin la vida, que me fue cruel y dura señala la hora en que he de dejarla ¿para qué la quiero? ya sabes los escollos que encontré y para seguir así prefiero dejarla, y el destino que ve mi deseo quiere satisfacerme y esta madrugada acordándome de todos vosotros moriré queriéndoos mucho, dejaré la vida esta perra y asquerosa para buscar en la eternidad el descanso de mi ajetreado cuerpo. Se va a cumplir la sentencia de unos hombres que han dictado ¿por qué? !Ah eso no lo sé! sólo se que no pensaba como ellos y claro soy enemigo de ellos y por eso muero ¡qué feliz soy mamá! ya ves voy a morir y soy feliz os dejo queridisimos seres y soy feliz claro por que encerrado siempre, no podía ayudaros y esa era mi mayor felicidad, veros atendidos por mi, felices a mi lado, esto no podía ser y ante ellos la mayor felicidad es esta, abandonar este mundo desigual en que la impotencia se suple con los métodos de represión. Papá piensa que el que podía ayudarte murió, quiere a mamá recordándome a mi, cuida de mis hermanos para que se hagan hombres y mujeres dignos que la miseria no vaya a asomar a sus hogares porque no supiste darles oficios. Hermanos queridisimos, ya sabéis como os quise, recordar siempre que mamá es antes que nada en el mundo, buscad su felicidad y luego la vuestra, y ya no quiero hacer más largo vuestro pensamiento por que sé que es alargar vuestro sufrimiento.

Carmela (su esposa) dadle abrazos y que me olvide siendo feliz ya que no pudo serlo conmigo.Y nada más, os abraza enviando el corazón, vuestro JERONIMO (TITI)"

Zapatillas como despedida (Martina Barroso García)


Pequeñas alpargatas bordadas en la cárcel de Ventas por Martina Barroso para su sobrina.

"(...) ¿Qué es esto que me das, Martina? - acertó a decir Encarna. - Las he bordado con el hilo que he podido arañar del taller de labor. Son unas zapatillas de esparto con una mariposa bordada. Dáselas a mi sobrina Lolita, que dentro de unos pocos días cumplirá dos años. Son para ella y para la hija que tendrá. Para que caminen por el dilatado mundo que no conoceré. Que vivan la vida que no podré vivir.(...) (...) Estas zapatillas significan "no me olvidéis". Fue su carta de despedida en la mañana del fusilamiento. Las cosió para mí, para ti. Para la hija que tendrás y para la hija de tu hija. Significan lo que tú quieras que signifiquen. Son tuyas igual que un día me pertenecieron a mí. Yo caminé un tramo de mi vida sobre ellas y tú misma, sin ahora recordarlo, también diste tus primeros pasos sobre ese esparto bordado a mano por una presa.(...) "

Cuando esto vean tus ojos (Gerardo Muñoz Muñoz)


Gerardo Muñoz dedicó estos versos a su esposa María:

"Cuando esto vean tus ojos
yo dejé de existir
para todos
pero no para ti...
La maldad de los hombres
hizo presa en mis carnes;
padecí los horrores
del odio y la barbarie.
Sana y honestamente
vivimos nuestra vida.
Digno llegué a la muerte;
con honra, sin mancilla.
Nuestra canción eterna
no se ha de interrumpir;
tú vives en la tierra:
yo siempre vivo en ti."



Gerardo Muñoz.

Que mi nombre no se borre en la historia (Julia Conesa Conesa)


"Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Cuidar a mi madre. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente.
Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada.
Adiós, madre querida, adiós para siempre.
Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar.
Besos para todos, que ni tú ni mis compañeros lloréis.
QUE MI NOMBRE NO SE BORRE EN LA HISTORIA."

Las últimas horas (Amós Acero Pérez)


Carta de capilla:


Mi esposa e hijos adorados:
Estoy viviendo las ultimas horas de mi vida y mi alma se va tras de vuestro recuerdo para llevaros toda la grandeza de mi cariño.
He tenido mala suerte; no ha servido la limpieza de mi vida y la nobleza de mi ejecutoria para impedirlás este desenlace de dolor y de lágrimas.
Me voy del mundo con la satisfacción y el orgullo de haber cumplido con mis deberes, sin daño ni quebranto de nadie. Sembré el bien por doquier hasta entre mis adversarios. La vida me recompensa así. Me siento orgulloso de encontrarme superior a los demás. Sentid también vosotros este digno orgullo mío, y que él sea el lenitivo que enjugue vuestras lágrimas y ahuyente vuestra pena.
No me duele morir, siendo inocente. Lo doloroso seria morir culpable.
Ya no podré pagaros con mis sacrificios y mis ternuras, la abundancia de cuidados y abnegaciones que en mí habéis derrochado. Pero este deber que con tal sublimidad habéis derrochado Dios y la vida os lo recompensaran.
Dolores, hijitos; no lloréis, no sufráis. Lo irremediable no debe haceros penar. Cuídate, no estás bien y los hijitos te necesitan ahora más que nunca. Bésalos por mí, tanto como yo les hubiese besado; erais el cariño y la preocupación más honda y dulce de mi vida.
Continúa su educación llevándolos siempre por la senda de la honradez, dignidad y nobleza por la que ya caminan impulsados por la ejemplaridad de nuestras vidas sencillas.
Solo por vosotros me cuesta tristeza abandonar la existencia y un dolor infinito me acongoja el pensar en los días que os esperan. Pero ¡animo y valor!. Ya vendrán para vosotros y para todos días mejores y mi nombre de sacrificado recuperara el rango moral que me pertenece y que no habrá logrado manchar nadie. Todo este pueblo me conoce y sabe que mi corazón solo tuvo capacidad para el bien.
Adivino el sentimiento general que producirá mi sacrificio en ese pueblo tan poco comprendido y mal interpretado por algunas gentes. Vaya también para él, mi amorosa despedida.
Muero por haberle servido, no en sus violencias ni en sus pasiones posibles, sino en sus humanas apetencias y justas necesidades. Mi obra, mi nombre y mis sueños, ahí quedan. no ignorados ni aun entre los adversarios que tan ligeramente han dado margen a este desenlace.
Oye, Dolores. En este instante supremo, como estimulo para morir orgulloso de mí mismo, vienen a mi memoria todas aquellas instrucciones hijas de mi iniciativa merced a las cuales sembré con entusiasmo entre tantos desvalidos, el lenitivo para sus dolores, la saciedad de su hambre, la moralidad a su conducta y el freno a sus pasiones. Esto me hace estar contento de mí mismo en esta hora suprema de mi vida. ¿Y mis niños de las escuelas? Trozos de corazón que fui dejando en mi camino.
Hijitos, imitadme siempre en mi conducta para con todos. Perdonad como yo les perdono, hasta a quienes os quitan mi amparo, mi cariño y os arrancan las más dolorosas lágrimas de vuestro vivir.
Gonzalo, estudia y trabaja, hijo mío. Por mama, por tus hermanos, por ti. Se digno de Serafina siempre y piensa que por sus virtudes y su abnegación yo la hubiera llamado con satisfacción, mi hija muy querida.
Amosito, quiero que estés sereno y sufras el dolor de mi muerte, con el estoicismo prudente y digno, con que yo vivo mis últimos instantes. Llevaos bien todos los hermanos, como hasta ahora y mimad a mama, cuya situación actual tanto lo necesita.
Lolita, mi hijita. Se siempre digna, limpia y honesta como eres. Estudia, lee y aprende. Así honrareis la memoria de papa y todos os seguirán queriendo como hasta aquí.
Paquito, hermoso. Yo sé que me necesitabas como todos, para completar vuestra formación personal y profesional pero ya que yo falte, obedeced a mamá, y a ese puñado de nobles amigos, entre los que hallareis consuelo, ayuda moral y dignos y saludables consejos.
Mi Aurorita, mi vida. Ya no serás como decías "la niña de mi vejez", pero te queda mamá y los hermanitos. Apoya en ellos tu cariño y tu ilusión.
¡Cuánto os quiero a todos! ¡Cuantos besos y ternuras me llevo en el alma, sin poder expresarlas y enviároslas de hecho como testimonio de mi cariño inmenso!
Tened todos en vuestra pena la dignidad y la prudencia más exquisitas y tened la seguridad y la esperanza de que la Justicia Eterna, velara por vosotros y por todos hoy y en el porvenir.
Conste que estoy tranquilo a pesar de que os pierdo y de que confiado, más en la situación serena de mi conciencia que en la justicia de los demás, llegué a creer como me decíais en la conmutación de mi condena.
La suerte no lo ha querido. ¡Cúmplase la voluntad de lo Alto y que Él demande a quien corresponda la responsabilidad moral de mi muerte.
Constante, hermano querido, no decaiga tu ánimo ni tu ilusión de vivir. Te necesitan todos; los tuyos y los míos, que desde ahora son tuyos también. Te instituyo heredero de mi paternidad, para guía y amparo de mis hijos. A la hermana, ¡pobrecita! Qué tenga mejor suerte que hasta ahora y vea pronto con ella a sus hijos y a su pobre marido. Yo voy a unirme con nuestros viejos y con nuestros hermanos.
Consuela a Dolores y a mis hijos. Que no me lloren Que me recuerden y me imiten en la conducta moral que mi vida señala
A Sotillos, Feli, Fina, Anita y familia; a la abuela Petrilla, Maldonado. A Juliana, tus hijos, Miguel. A todos con mi despedida eterna, les envío gratitud cariño, cuanto puedo dar en esta hora póstuma de mi vida.
¡Cuantas cosas os diría! Sois mi vida mi mayor asidero a ella. No sufráis y sed como fui con todos, hasta con los adversarios y si algún día mis restos pueden descansar eternamente en Vallecas, llevadme a su cementerio y así estaré cerca de lo que tanto quiero y del pueblo en cuyo servicio rindo el tributo de mi vida.
Adiós a todos y para siempre. En el último fulgor de mi vida corresponder al ultimo adiós a vosotros amados míos.
Os envío como ultimo testimonio de cariño, mis besos más puros más amantes más dignos de la pasión nobilísima que vuestro recuerdo inspira a mi corazón.
Dolores, hijitos, no sé como terminar, aun no creo que estas son mis ultimas palabras y sin embargo así es. Que la suerte os haga leve esta pena y la vida os depare motivos de pronto y eficaz consuelo. Yo os bendigo y os despido para siempre, queriendo dejaros en estos renglones todo lo bueno, todo lo mas amante de mi ser, para que viva eternamente entre vosotros y sea vuestro amparo y vuestro consuelo en los días más amargos del futuro. Y en la aurora de paz y de justicia que ha de llegar para nuestra amada patria y para vosotros los que sin culpa ni motivo, recogéis esta cosecha de pasiones y este quebranto incomparable.
¡Adiós, adiós todos, alma de mi alma, millones de besos y ternuras de este infortunado que os adora y ve acercarse el momento de morir. Sed buenos. Hasta la eternidad