lunes, 3 de junio de 2019

Santos Mañes, desde la capilla de Porlier


A juzgar por su contenido, la carta de capilla de Santos Mañes consiguió burlar la censura de sus carceleros de la prisión de Porlier y llegar al exterior por canales alternativos al oficial. Santos escribió la carta en la noche del 7 de octubre de 1940, seguramente a lápiz. En la madrugada del día siguiente sería fusilado junto a las tapias del Cementerio del Este. El original debía de amenazar con desintegrarse y, antes de que eso ocurriera, alguien de la familia decidió mecanografiar su contenido. La carta tiene dos partes diferenciadas. En la primera, Santos se dirige a sus amigos, y en la segunda, a su familia, singularmente a sus 10 hijos. Llama la atención la entereza y serenidad que transmite, así como su compromiso con la causa que le cuesta la vida. 









Transcripción de la carta de capilla de Santos Mañes

En capilla a 7 de octubre de 1940. Querido amigo Vicente: Como te dije personalmente, harás el favor de mandar la ropa a casa, las cartas todas las quemas, los materiales disponéis los tres de ellos en la forma que queráis. Noticias a mi casa desearía que pasaran un par de días para que se enteraran. Con ello quiero evitar que vayan a verme al cementerio, así se lo harás saber si tienes ocasión de hablar con ellos. Son las dos de la madrugada y han pasado estas horas sin darme cuenta, podéis creer que todo se reducirá al momento de la ejecución. Había conseguido del “Bárbaro” que bajarais, pero como buen jesuita ni palabra mala ni obra buena, paciencia una vez más. Caspe te admiro, en ello condenso todo el cariño que te profeso, recibe mi último abrazo. S. Mañes.---- Isidoro, despídeme de todos los amigos, les das un abrazo de mi parte y tú los recibes de tu buen amigo S. Mañes. ---- Vicente un abrazo más extenso a toda la sala. S. Mañes--------

Madrid, en la capilla de Porlier a 7 de Octubre de 1940. – Queridos hijos: En los últimos momentos de mi vida, quisiera dirigirme a vosotros. No sé si el entendimiento me responderá, aunque os aseguro que estoy completamente tranquilo, con la tranquilidad que proporciona una conciencia limpia y honrada. No sé si debo justificar ante vosotros mi actuación sostenida durante la guerra contra el régimen fascista. Los hijos pequeños no lo comprenderán y de los mayores es sobradamente conocida mi actuación que, basada en la más estricta honradez, nunca rehusé el puesto que me fue confiado y sin duda esto es lo que me priva de la vida, sintiéndome orgulloso de haberlo hecho así. Y si algún dolor me causa, sois vosotros. Por vosotros y por una sociedad mejor luché y caí, nunca os avergoncéis de mí ni de mi muerte. Llevar la cabeza alzada como corresponde a toda persona decente y seguir la trayectoria que vuestras conciencias os dictan pero como hasta aquí: con la brújula hacia la clase trabajadora.
Quisiera dedicar unas frases a cada uno de vosotros y no encuentro palabras ponderativas que expresen lo que significáis para mí. ¿Hijos? Es poco, porque hijos lo sois por el hecho de haber venido al mundo. Pero hijos cariñosos, comprensivos, trabajadores, honrados, valientes y sobre todo de un cariño hacia sus padres que por mucho que hiciera por vosotros siempre estaría en deuda. Una cosa os pido en estas últimas horas: que si es posible aumentéis hacia vuestra madre el cariño todo que a mí me profesaba. ¡Pobrecilla! Por mí, que la tuve siempre esclavizada. Por vosotros ¡erais tantos! que no hizo más que trabajar para teneros siempre limpios. ¿Debéis ocultarle mi muerte? No sé qué aconsejaros, pienso que sería mejor silenciarlo, pero vosotros con más juicio obraréis en consecuencia.-
Carmen, ya desapareció el obstáculo para tu boda, cásate y sé muy feliz. Mírate en el espejo de tu padre y procura hacer feliz a tu compañero. Para Enrique un abrazo de mi parte. – Antonio, nada te digo. Me has demostrado repetidas veces que eres digno de mí, con tu inteligencia lleva esa pesada nave que te dejo por herencia y con tu tacto lima las asperezas que surjan en la familia. – Loli eres toda corazón ¡cuánto te quiero! ¿Más que a los demás? No, pero es que todo en ti es bondad. ¡Qué feliz harás al hombre que a ti se una! .- Antoñita, tan pequeña como eres y esta ingrata sociedad te obliga a llevar el papel de madre. Recibe en premio mi último beso. – Santitos, Pascualín, Carlitos, Enrique, Natachina, ya os explicarán vuestros hermanos mayores quién fue y por qué murió tu padre. – Rogelio, cómo se demostrará tu corazón. Ten valor como yo lo tengo y a luchar. – Besos, besos, muchos besos de vuestro padre S. Mañes.