"La información fue, sin duda, una de las estrategias de resistencia empleadas por los reclusos para combatir el miedo, el aislamiento y la sumisión, así como para defender unos presupuestos ideológicos que el régimen se había propuesto borrar para siempre. Los periódicos clandestinos manuscritos, en este contexto, como veremos, sirvieron para mantener informados a los presos y alimentaron su capacidad de resistencia. Frente al imperio de la coerción y el terror, los reclusos y reclusas desplegaron sus redes de resistencia y solidaridad, y en muchas ocasiones la escritura fue el arma empleada para crearlas. Escribir se convirtió para ellos en una verdadera estrategia de supervivencia, en la esperanza para combatir el aislamiento que imponían los muros de la cárcel, en el único medio para dejar constancia de su memoria y afirmar su identidad. Si bien la dicotomía fundamental que podemos establecer al hablar de las escrituras carcelarias es aquella que distingue entre las prácticas impuestas o inducidas por el propio sistema penitenciario, de las que se erige como máxima representante la carta de súplica, y las prácticas que nacen de la voluntad del recluso, de sus motivaciones personales y anímicas, como el diario de prisión o las cartas a familiares y amigos; existe un tercer tipo de escrituras que se ligan más al deseo de mantener y afirmar la identidad, individual o colectiva, pero sobre todo política, y a la necesidad de mantenerse informado de lo que ocurría fuera de las prisiones para poder resistir en su interior." (Leer más)
JUAN URRUTIA BUITRAGO (03-04-43)
Hace 2 meses
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