viernes, 22 de agosto de 2008

España: un momento para vencer o morir



Mientras tú asciendes a los vastos dominios de la luz, ellos, tus verdugos, los que quisieron desterrarte de nuestro corazón y de nuestra memoria, descienden y se hunden hacia las cenizas del olvido y las tinieblas de lo abominable. Porque los que quisieron hacer una inmensa pira con vosotros, solo lograron aventar y sembrar vuestra semilla por el mundo.
Los que quisieron encadenarte y amordazarte, solo lograron que tu voz se alzase por encima de la España de las cárceles y de los cuarteles, sobre las oscuridades de las oficinas, y los conventos, sobre las medievales murallas que impedían que sobre estas tierras, condenadas a la oración y a la penitencia, soplasen los vientos de la renovación.
Porque tú estás presente, no solo en los aceites luminosos y en los frutales campos donde se cultivan el pan y la miel, si no que tu presencia se filtra como un haz de luz que penetra a través de los bosques hasta tocar el alma del obrero, el campesino y la mujer universitaria...
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