jueves, 1 de agosto de 2013

Del hueso de una aceituna


Cualquier objeto, por minúsculo o inservible que pareciera, resultaba de utilidad en las prisiones de la dictadura para intentar domesticar el tiempo, demostrar el talento y seguir ejerciendo la solidaridad con pequeños gestos y detalles que eran de agradecer.
Este era el caso de quienes se dedicaban a tallar con paciencia huesos de aceitunas o de frutas (que a buen seguro se habrían comido otros) para que luego sirvieran de recuerdo a las familias.
En algunas de las numerosas visitas que le hicieron a Licinio Morales Gómez a Yeserías y a Polier sus hijos y su sobrino recibían de los presos pequeños obsequios como este. 
"Mi padre guardó durante toda su vida estas pequeñas figuritas realizadas con huesos de aceituna regalo de los presos en alguna de esas visitas."

Silvia González

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias Tomas. Es una pequeña historia llena de emoción. SILVIA