jueves, 29 de mayo de 2008

A mi esposo (Aurelia Maestro Muñoz Martínez)

Cuando metida en mi celda
y acostada en mi petate
recuerdo nuestro cariño
soy feliz en ese instante.

También recuerdo esos días
que todos juntos con padre
vivíamos tan felices
¡ qué horas tan inolvidables!

¿Volverán, yo me pregunto?
Si Dios quiere no muy tarde
un día de S. José,
día de gloria y de fiesta
cumpleaños de mi esposo
sólo en él mi mente piensa.

En este día tan grande
poderle besar siquiera
mas tengo que conformarme
pues me encuentro prisionera.

Paloma tu que has buscado
para colocar tu nido
las piedras frías y tristes
del patio de mi presidio
llevadle felicidades
a mi esposo tan querido.


19 de Marzo de 1941

Aurelia Maestro-Muñoz Martinez


"Recuerdo muy bien que me enteré de que había muerto en la cárcel fascista de Ventas casi al final de la vida del general F.F. Bahamonde. Yo debería tener por entonces unos 13 ó 14 años. La noticia me impactó verdaderamente y, desde ese día, el régimen fascista pasó de ser una reunión de asesinos anónimos a convertirse para mi en un conjunto de esbirros desalmados y bien conocidos que habían asesinado a mi abuela. No murió fusilada, no. Para ella y para muchas otras más se reservaba algo más sofisticado, que era morir lentamente de frío, de hambre, de enfermedad no atendida, de soledad y de pena. Lo hicieron también con Miguel Hernández, lo ensayaron con muchos otros más y hasta se fijaron en las depuradas técnicas de exterminio de sus amigos alemanes nacional-socialistas. Mi abuela murió en aquella cárcel siniestra, rodeada de sufrimiento suyo y de sus compañeras. Murió bajo los contínuos malos tratos de las monjas gobernantas de aquel presidio de exterminio. Murió escuchando cada noche los disparos de los asesinatos en las tapias del cementerio del Este. Sólo tengo un recuerdo de ella. Pero es un tesoro que quiero publicar en el foro. No es una carta (como cabría esperar) reclamando justicia o exigiendo la caída del gobierno fascista ilegítimo. Es un poema de amor. Mi abuela, una mujer fuerte que se vino a Madrid en torno a 1927 desde su pueblo natal, Mora de Toledo, murió añorando a su marido y sus días juntos de libertad. Le quitaron todo entre 1940 y 1941. Pero no sólo a ella, porque también me lo quitaron a mi. Me quitaron el derecho a conocerla y a saber todo lo que me tendría que haber podido contar. Me robaron uno de esos besos de los que ella habla en su poema de amor."

(...) Las pastas de la pequeña libreta tienen un alma de papel más grueso, que es una carta que le envió su hermana a principios de 1941. La libreta consiste en cuatro pequeños folios dobles plegados por su eje de papel basto aunque de poco grosor. La libreta tiene bordada la palabra "Felicidades" en hilo blanco sobre fondo negro en una de las pastas y el nombre de su esposo en la otra.

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