sábado, 24 de mayo de 2008


"[...]Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 5 de la plaza de Madrid, va a comenzar el juicio sumarísimo de urgencia en que se decidirán nuestras vidas. Se inicia el Consejo con la lectura del apuntamiento por parte del relator. Lee con rapidez, con el gesto de quien realiza una labor mecánica, aburrida y pesada. Ni levanta la voz ni da la debida entonación a las palabras, que difícilmente llegan a nuestros oídos. Aun estando tan cerca del estrado perdemos frases y párrafos enteros. Pienso que por mucho que el público, que guarda completo silencio, aguce el oído, no llegará a percibir más que una serie de sonidos ininteligibles y monótonos. Lo que lee no parece interesar a los miembros del tribunal, quizá porque lo conocen, que escuchan con gesto ausente y distraído, enfrascados posiblemente en pensamientos que ninguna relación guardan con lo que en estos momentos se ventila en la sala. Tampoco el fiscal y el defensor les prestan demasiada atención. Uno y otro repasan los papeles que tienen sobre la mesa y de vez en cuando tachan o corrigen algo de lo que me figuro que serán sus respectivos informes.[...]"

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